La ballena franca habitaba una amplia franja que va de los 20º a los 60º de latitud en los océanos Pacífico norte, Atlántico norte, Atlántico sur, Índico sur y parte del Pacífico sur. Existen dos especies de ballenas francas: la del hemisferio norte y la del hemisferio sur, que no entran en contacto porque no sobrepasan las aguas de la zona ecuatorial.El origen de su nombre debemos rastrearlo en la historia. Desde siempre, ocuparon el triste primer lugar entre las especies cazadas. Mucho antes del siglo XII, franceses y españoles, en precarios botes a remo, las perseguían y mataban con arpones impulsados por la fuerza de sus propios brazos. Ya en los siglos XVIII y XIX la explotación llegó a tal punto que la ballena franca de los mares del norte fue prácticamente extinguida. Frente a su merma, las flotas balleneras, en especial las inglesas y norteamericanas, apuntaron su proa hacia las aguas del sur, comenzando a diezmar las poblaciones francas australes. Al considerar su trágica disminución poblacional, el gobierno nacional le otorgó el grado de protección máxima al nombrar monumento natural a todas las ballenas francas que se registren en aguas jurisdiccionales de la Nación.Se estima que, antes de iniciar las cacerías, existían cerca de 100.000 ejemplares de ballena franca. Por su matanza y la lenta recuperación del grupo, debido a que las hembras sólo tienen cría cada tres años, la ballena franca es, de las once especies actuales de ballenas, la que mayor riesgo de extinción sufre.En la actualidad, se calcula que existen unos 3000 individuos, de los cuales el 20% (aproximadamente 600 ejemplares), se han registrado en aguas argentinas, convirtiéndose en la población más numerosa que existe en el mundo.
PUBLICADO POR PAOLA GONZALEZ
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