jueves, 11 de junio de 2009

El Cigarro como contaminante


El Cigarro como contaminante
Hay muchas formas en las que se puede afectar al entorno, repercutiendo en la convivencia de las personas, algunas de ellas son: la contaminación auditiva (por exceso de ruido); la contaminación luminosa (por exceso de luz en grandes ciudades o zonas industriales); la contaminación atmosférica (por escape o expulsión de gases de industrias, automóviles y por el humo del cigarro); la contaminación de las aguas (por vertimientos o derrames), y la contaminación de la tierra (por uso de fertilizantes inorgánicos, acumulación de desechos químicos, radiactivos o no, y a través del manto freático). Todas estas formas de contaminación ambiental se pueden ver también en caso de accidentes, guerras y desastres naturales. En este artículo quiero hacer referencia al tabaquismo como una de las formas de contaminación del aire que afecta de manera considerable el bienestar físico, económico y psicológico del ser humano. El lector puede preguntarse si es esto realmente significativo. El hábito de fumar es una fuente contaminante muy grave, según estudios realizados, el 35,79 % de la población cubana fuma. Ahora piense en cuántos cigarros fuma al día y cuánto humo expulsa a la atmósfera cada una de esas personas. Suponga que se puede concentrar a ese 35,79 %, o sea, esas 3.936.900 personas en una ciudad dentro de una cúpula de cristal que la aísle del resto del mundo, sin industrias contaminantes ni autos de combustible y con un sistema de ventilación equivalente al de un local cerrado. Suponga que usted está fuera de ella y la observa durante una semana. Seguramente al final de la semana se podrá ver cuán significativa es la contaminación causada por el humo del cigarro. Así como una industria contaminante puede perjudicar el aire (o cualquier otro elemento del entorno) en un área considerable de la comunidad en que está enclavada o incluso excederse, un fumador puede contaminar el aire abarcando a las personas que se encuentren cerca de él. Entonces un fumador podría representar a escala de grupo lo que una industria a escala social. Claro que esto depende de las características del lugar donde éste se encuentre fumando. Este hábito es más dañino cuando se práctica en lugares cerrados. Literalmente fumar quiere decir echar humo, aunque también se puede decir que se fuma cuando éste se inhala. Mientras el cigarro, pipa o tabaco esté encendido, aunque el fumador no inhale directamente, está respirando los gases resultantes de la combustión de la picadura y eso lo convierte en un fumador pasivo, al igual que los que en ese momento se encuentran al alcance del humo. Este humo contiene gran cantidad de sustancias cancerígenas como el benceno, el polonio, el plomo, el monóxido de carbono, y otras sustancias que están mezcladas en el alquitrán (mezcla de gases que resulta de la combustión de la picadura del tabaco con el papel); esta es la razón fundamental por la que se considera al tabaquismo como un hábito muy perjudicial para la salud, no sólo la del fumador activo sino también, y con más peligrosidad, los fumadores pasivos. Estudios han demostrado que el riesgo de cáncer es mayor en fumadores pasivos que en activos. El riesgo de cáncer de pulmón es siete veces mayor y el de afecciones cardiovasculares (bronquitis crónica y enfisema) se quintuplica en las personas que fuman. Muchos fumadores mantienen un cigarro encendido largo rato sin llevárselo a la boca, mientras esto sucede ese cigarro y ese fumador están haciendo fumar de forma pasiva a todo animal, planta o persona que se encuentre cerca, incluso a él mismo. En Cuba, salvo raras excepciones, todos somos fumadores; pasivos o activos, voluntarios o involuntarios en algún momento del día. Creo que ha llegado el momento de hacer un llamado a todos esos fumadores que no respetan el derecho de otros a respirar un aire libre de nicotina, a aquellos que fuman cerca de niños pequeños, personas enfermas y, por qué no, personas sanas que no quieren fumar. Un llamado a mantener la convivencia basada en la ética y el respeto ambiental, ya que el fumador no es una industria ni un vehículo, sino una persona individual con la capacidad de comprender la responsabilidad que tiene sobre la vida de los que le rodean, el deber que tiene de cuidar su entorno y el derecho que tiene a pedir ayuda para dejar el vicio, incluso su derecho a no dejarlo si no quiere, siempre que no moleste a otros cuando fume. Ahora bien, si usted no es fumador activo, o sea, no inhala directamente de los cigarros, tabacos o pipas, dígame: ¿Le gusta que le ensucien el aire que respira, sabiendo las consecuencias que esto puede traer para su salud? ¿Va a permitir que alguien por puro placer viole su derecho a respirar un aire limpio? Usted está en todo su derecho a reclamar si se ensucia su aire. Si en cambio usted es fumador activo y no quiere dejar su hábito, no convierta su lento suicidio en homicidio al envenenar un aire que es también de otros, respete el derecho ajeno, si va a fumar no lo haga en locales cerrados donde haya otras personas que no quieran fumar, ni en ómnibus u otro transporte colectivo, ni en aulas, ni en hospitales, policlínicos, o lugares que son para preservar la salud; puede hacerlo en lugares abiertos como parques, patios o en lugares privados como su casa, siempre que no moleste a otro habitante de la misma. Póngase en el lugar del que no quiere fumar ¿Le gustaría que le obligaran a hacer algo que no quiere? Sabemos que el aire de las ciudades de nuestro planeta no está nada limpio y que no es sólo por culpa de los fumadores, en este caso ellos tendrían sólo un porcentaje de ésta, también están las industrias contaminantes y los vehículos de combustible entre otros factores, pero no es mi intención echarles la culpa sino hacer que comprendan que no viven solos en el mundo, que hay seres humanos con quienes conviven y que no quieren fumar. No sólo se trata de los fumadores como personas, sino de las fábricas y vehículos que son el equivalente de los fumadores a una escala mayor y a quienes resulta más difícil hacer que "apaguen el cigarro". No estamos en contra de los fumadores, sino del irrespeto al otro y del tabaquismo como hábito nocivo para la salud, no sólo del fumador sino de las personas que se encuentran cerca cuando fuma. Si se multiplica la cantidad de personas que fuman por el número de cigarrillos que consumen conociendo cuánto humo puede desprender cada cigarro, se constata que una parte considerable de la contaminación se debe al humo del cigarro. Teniendo en cuenta todo esto, si a estas alturas nos replanteáramos la pregunta formulada al inicio podríamos responder que, entre otras cosas, para ser feliz se necesita convivir con los otros en paz, armonía y respeto, sin contaminar nuestra vida ni nuestras relaciones.

Publicado Por:Mariana Alvarez

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